INTRODUCCIÓN
Ocurre a menudo que una serie de circunstancias varias se van sedimentando poco a poco en algún lugar desconocido de la persona, se van aclarando y finalmente estallan en una idea o proyecto determinado. Éste es el caso del ensayo que tenéis en vuestras manos
"Cuando leemos que en Canadá el suicidio es legal y que podría crearse una ley a escala federal que permitiera la eutanasia(1); cuando descubrimos que en los Estados Unidos de Norteamérica, hay unas leyes específicas que criminalizan el suicidio asistido, y sólo los territorios de Alaska, Arizona, California, Guam, Hawaii, Idaho, Montana, Nevada, N. Mariana Islas, Oregón y Washington acatan estos artículos(2); cuando en Australia existe la ley llamada "Derechos del Acta del Enfermo Terminal" donde es permitida la aplicación de la eutanasia activa(3); cuando en Camboya la Corte Constitucional legalizó la eutanasia para enfermos terminales que den su aquiescencia(4); cuando en Holanda, según un informe de la Universidad Erasmus, una cuarta parte de los enfermos terminales internados en casas de reposo, mueren porque los médicos permiten que se deshidraten y una ley aprobada en 1993 los exime de ser acusados en la gran mayoría de los casos(5); cuando Japón, en 1995, enunció la legalidad de la eutanasia en el caso de dolor inaguantable, muerte inevitable, medidas agotadas y consentimiento del paciente(6); cuando nos bombardean con estadísticas, no del todo claras y sí bastante sospechosas -ya que los resultados varían notablemente según la pregunta que se hace-, que manifiestan al 62% de los ciudadanos españoles, al 60% de los ciudadanos de los Estados Unidos, al 74% de los canadienses, al 80% de los ingleses, al 81% de los australianos,... a favor de la eutanasia(7); cuando en los Países Bajos se permite la monstruosidad jurídica de prohibir la eutanasia y la complicidad con el suicidio, pero se tolera incluso la eutanasia sin el consentimiento del paciente, como en el caso de los recién nacidos con minusvalías extremas(8); cuando en Alemania 50.000 persones sufren lesiones cerebrales graves por accidentes, envenenamientos, ahogos,... y unas 3000 personas caen en inconsciencia profunda o coma vígil (9); cuando se está abriendo una puerta a la eutanasia aplicada a los dementes, minusválidos, ancianos, recién nacidos, tetrapléjicos; cuando todo eso pasa, cualquier actitud que no sea de denuncia clara, que no manifieste rotundamente nuestro desacuerdo, que no ponga un poco de luz y esperanza en este pozo de penumbra que parece a veces rodearnos, será una postura culpable; al menos por omisión o consentimiento mudo".
San Ireneo de Lyon, preguntándose cual era la Gloria de Dios decía: "La Gloria de Dios es el hombre viviente". El hombre viviente era para el gran pensador cristiano, el ser humano viviendo en plenitud de dignidad, de libertad, de amor y de vida(10).
Por el hombre viviente, hemos de comenzar a reflexionar seriamente sobre la eutanasia que se practica en tantos estados del mundo y pensar que los llamados no son únicamente los obispos, los sacerdotes, los diáconos o los religiosos, sino todos los católicos, sin ninguna excepción. Es una obligación moral promover adecuadamente, en las circunstancias que así lo pidan, una clara actitud y postura firme a favor de la vida(11).
Mi pequeño grano de arena es este documento.
DEFINICIÓN DEL TÉRMINO EUTANASIA:
HABLEMOS CLARO
La palabra eutanasia viene del griego. Así "eu" quiere decir bien y "thanatos" significa muerte. En consecuencia eutanasia equivale a buena muerte.(12)
Médicamente es la muerte sin sufrimiento físico y, en sentido estricto, aquella que así se provoca voluntariamente.(13)
Este término ha evolucionado y actualmente hace referencia al acto de acabar con la vida de un ser humano, bien a petición suya (eutanasia voluntaria), o bien sin su consentimiento (eutanasia involuntaria), con el objetivo de minimizar su sufrimiento.
Se pueden dar diferentes casos :
a- Que el mismo individuo, solo o con la ayuda de otro/s, ponga fin a su vida (eutanasia suicida). De hecho no es más que una modalidad de suicidio.
b- Que una persona extraña lo haga, bien por la intervención directa o suministro de un fármaco (eutanasia activa o positiva) o bien mediante la omisión de la asistencia debida o de las curas médicas ordinarias necesarias para recuperar la salud (eutanasia negativa). Éstas también se denominan eutanasia homicida y se pueden considerar, según la intencionalidad :
1- Eutanasia por piedad u homicidio piadoso (para liberar de una enfermedad terrible, de una vejez angustiosa, etc.), modalidad presentada por ciertos grupos de opinión como la más razonable de todas las formas.
2-Eutanasia eugenésica o social (que quiere eliminar lea vidas sin valor vital o social).
c- Que una persona extraña facilite la información y los medios necesarios a un individuo para que pueda poner fin a su existencia (suicidio asistido). Éste es un caso relacionado vagamente con los otros tipos de eutanasia desde el punto de vista jurídico.
d- Cuando se da la circunstancia de la necesidad de administrar fármacos con el objetivo principal de paliar o suprimir el dolor físico de una enfermedad o de la agonía, no se puede hablar de eutanasia (algunos la denominan equivocadamente eutanasia lenitiva o negativa), aunque esta acción pueda acortar más o menos significativamente la vida del paciente. En este caso no se busca directamente la aceleración de la muerte.
e- Cuando se rechazan o se eliminan los medios considerados extraordinarios o desproporcionados para prolongar artificialmente la vida de una persona en proceso patológico irreversible nos encontramos en el caso de la distanasia. No se considera propiamente una modalidad de la eutanasia pero puede llegar a presentar ciertos problemas morales y será necesario analizar cada caso teniendo en cuenta: aquello que se considera extraordinario y desproporcionado dependiendo del estado de desarrollo de la ciencia médica, la proporcionalidad o no de los medios terapéuticos, la duración del tratamiento, el grado de dificultad y de riesgo, los gastos, las posibilidades del enfermo, sus condiciones físicas y también las propias convicciones morales y espirituales (14).
La eutanasia se ha practicado y se practica en ciertos países amplia e indiscriminadamente y a menudo se ha tratado de justificar por razones ajenas al carácter inviolable de la persona humana. Cuando la relación con los enfermos se convierte en una relación fría y distante de intereses-paciente, la eutanasia se justifica con mayor facilidad ya que el enfermo pasa a ser, no una persona humana con sus características personales si no un ente más al cual se aplicará un tratamiento u otro ateniéndose a unos criterios generales, jurídicos y masificados donde la verdadera dignidad de la vida humana pasará a un segundo plano.
EUTANASIA Y NUEVO CÓDIGO PENAL:
UNA PUERTA ABIERTA A ...
En el nuevo Código Penal Español, a diferencia del antiguo, se prevé un único delito contra la vida. Éste se denomina "homicidio" con diversas modalidades: inducción al suicidio, eutanasia, ..., a excepción del asesinato que se mantiene como un tipo autónomo (15).
En relación a la eutanasia, se le da una nueva regulación. Así, se sigue considerando un homicidio, pero castigándose con una pena atenuada en el supuesto de que exista una petición expresa, siempre que se sufra una enfermedad incurable, o aunque, sin ser incurable, se trate de sufrimientos permanentes de naturaleza grave.
Es decir, se amplia su cuerpo normativo llevándolo, no sólo a los casos de enfermos terminales, en relación a los cuales no existe posibilidad humana de seguir con vida, sino que también a los enfermos que tengan grandes sufrimientos permanentes, difíciles de soportar (16).
La eutanasia, desde el punto de vista jurídico, tiene que ver directamente con el derecho a la vida. Este derecho, normalmente, no es objeto de las legislaciones positivas sino de las negativas. Es decir, la ley positiva no afirma que los hombres tengan derecho a vivir sino que protege la vida castigando a aquellos que la violan de una manera u otra, como es el caso de nuestro Nuevo Código Penal.
Así se entiende que para todos los hombres sea comprensible la necesidad de castigar al homicida y que el suicidio, no considerándose una acción antijurídica, ya que no hay en el acto una relación de justicia con otra persona, sí sea una acción moral y socialmente no deseable.
Nadie duda que se ha de castigar al que mata una persona sana y en la plenitud de su vida. Tampoco que esta acción sigue siendo injusta y punible aunque quien lo haga se mueva a petición o con la autorización de la víctima. Todas estas acciones son claramente calificadas de homicidio en la reglamentación del Nuevo Código Penal. Pero son preocupantemente atenuadas en ciertos casos y eso es motivo suficiente para detenernos un poco a reflexionar ante este hecho.
La atenuación de la pena en ciertos casos nos lleva a plantearnos si el derecho a la vida es tenido como algo absoluto, es decir, si lo tienen todas las personas humanas y en cualquier circunstancia, o si pueden haber situaciones donde el hombre pueda disponer de su vida directa o indirectamente, o incluso si aún podemos encontrar casos en los cuales, sin la voluntad del sujeto, otras personas o sistemas puedan suprimir la vida de alguien sin cometer una acción punible por la ley o injusta.
Admitir la validez de estas circunstancias para suprimir una vida, convierte en absolutamente relativo el derecho a vivir y nos sitúa en un mundo donde no todos los hombres detentan ese derecho a la vida. En un mundo donde sólo aquellos que no se encuentran en ningún caso de factible o recomendable eliminación lícita, podrán dormir tranquilos (17).
El problema de la eutanasia no es precisamente muy moderno. Ya en el juramento de Hipócrates, que los médicos han hecho durante siglos, se decía que: "nunca administraré a nadie un veneno mortal, aunque el mismo paciente me lo pida". En el mismo juramento se indicaba que "el médico deberá actuar siempre según la tradición médica y su juramento hipocrático, en bien del paciente, sin dejarse influir por otras razones ni por nadie" (18).
Determinadas acciones de eutanasia plantean también el problema jurídico de hasta qué punto el sujeto tiene la obligación de vivir, lo cual se podría concretar en la obligación de no privarse de la vida y la obligación de recuperar la salud cuando ésta se ha perdido. El primero de los casos no es un problema jurídico. Si la persona se quita la vida sin la intervención ni la ayuda de otro, estamos en presencia de un problema moral, no jurídico, ya que la justicia sólo tiene que ver con relaciones que impliquen al menos dos individuos o sujetos. La justicia es dar a cada uno lo que es suyo y no existen relaciones de justicia del individuo consigo mismo. La segunda hipótesis, en cambio, sí se considera incluida en el campo del derecho y se concluye que hay una obligación de atender al otro cuando eso está dentro de las posibilidades de un tercero que presencia la enfermedad o la agonía de otro individuo. Existe, por tanto, una obligación de vivir, con contenido jurídico, en el sentido de ayudar a los demás a vivir, y esto tendrá tan sólo un contenido moral contemplado desde el punto de vista del sujeto (19).
IGLESIAS Y EUTANASIA:
UNAS DECLARACIONES
Las iglesias también han hecho declaraciones formales en relación a los fenómenos de la eutanasia y del suicidio asistido.
A continuación haremos un breve recorrido por las diferentes confesiones, poniendo una especial atención en la opinión expresada por la Iglesia Católica y la Ley Judía.
La Iglesia Católica rechaza enfáticamente la eutanasia y pretendiendo orientar a la comunidad ante un tema tan polémico ha decidido presentar los siguientes puntos:
a. Nunca es moralmente lícita la acción que por su naturaleza provoca directa o intencionalmente la muerte del paciente(20).
b. Nunca es lícito matar a un paciente, ni tan siquiera para no verlo o hacerlo sufrir, aunque él lo pida expresamente. Ni el paciente ni los médicos, ni el personal sanitario, ni los familiares tienen la facultad de decidir o provocar la muerte de una persona(20).
c. No es lícito negar a un paciente la prestación de auxilios o atenciones vitales, sin los cuales seguramente moriría, aunque sufra de un mal incurable(20).
d. No es lícito renunciar a curas o tratamientos proporcionados y disponibles, cuando se sabe que resultan eficaces, aunque sólo sea parcialmente. En concreto, no de debe omitir el tratamiento a enfermos en coma si existe alguna posibilidad de recuperación(20).
e. No hay obligación de someter al paciente a nuevas intervenciones quirúrgicas, cuando no se tiene la fundada esperanza de hacerle más soportable la vida(20).
f. Es lícito suministrar narcóticos y analgésicos que puedan aliviar el dolor, aunque rebajen la consciencia y provoquen, secundariamente, un acortamiento de la vida del paciente, siempre que la intención de la acción sea calmar el dolor y no acelerar disimuladamente (intencionalmente) su muerte(20).
g. Es también lícito dejar de aplicar procedimientos extraordinarios a un paciente en coma cuando ha perdido toda actividad cerebral. Pero no lo es cuando el cerebro del paciente conserva ciertas funciones vitales y si esta omisión le provoca la muerte inmediata(20).
h. Las personas minusválidas o con malformaciones tienen los mismos derechos que las demás personas, en lo que se refiere a tratamientos terapéuticos. En la fase prenatal y en la postnatal se han de proporcionar los mismos cuidados que a los fetos y niños sanos(20).
i. El Estado no puede arrogarse el derecho de legalizar la eutanasia, ya que la vida del inocente prevalece sobre el poder mismo(20).
j. La eutanasia es un crimen contra la vida humana y la Ley Divina, del que se hacen responsables todos aquellos que intervienen en la decisión y ejecución del acto homicida (20).
Para los cristianos la vida humana es un don sagrado y maravilloso, recibido de Dios. Por eso la eutanasia es considerada como un asesinato.
"El hombre está llamado a la vida y a una plenitud de vida, que va más allá de las dimensiones de su existencia terrenal ... Lo que tiene de sublime esta vocación sobrenatural, manifiesta la grandeza y el valor de la vida humana, incluso en su fase terminal" (21).
Todo cristiano tiene el deber de respetar, valorar y defender la vida humana. No existen vidas inútiles que sean cargas para los demás. El sufrimiento y el dolor no justifican ni dan derecho a disponer de la vida del ser humano. La muerte no es el punto final de la vida del hombre, ni un fin absurdo de la misma.
La mentalidad que ve la eutanasia como un derecho absoluto, nace de una visión que prescinde de Dios y que cree erróneamente que el hombre es el amo absoluto de su vida, siendo responsable sólo ante sí mismo de sus acciones. Por más que se quiera ver la eutanasia como un bien, no deja de ser un acto absurdo e inhumano que ninguna razón puede legitimar.
"El personal médico y de enfermería ha de estar al servicio de la vida y asistirla hasta el final. No puede entrar en ninguna práctica eutanásica, ni tan siquiera ante la solicitud del interesado y aún menos de sus parientes. En efecto, las personas no poseen un derecho a la eutanasia, porque no existe el derecho a disponer arbitrariamente de la propia vida. Ningún agente de salud por tanto, puede hacerse tutor de un derecho inexistente" (22).
Eso no significa que se deba prolongar artificialmente la vida de una persona. Todos tenemos el derecho a vivir y morir dignamente. Pero no significa que se nos prolongue artificial y extraordinariamente la vida por medio de técnicas, medicamentos o aparatos que produzcan aquello que conocemos como encarnizamiento terapéutico.
Es lícito en un enfermo terminal recurrir a calmantes (aunque se reduzca el tiempo que le queda de vida) que permitan al paciente vivir los últimos momentos de su vida sin sufrimiento innecesario. Es legítimo y digno desear una muerte sin desfiguración, dolor y aislamiento y no se opone al evangelio.
Un paciente terminal nos da muchas veces una gran lección afrontando la muerte con gran dignidad. Somos nosotros, los familiares, los acompañantes, ..., los que a menudo nos comportamos indignamente (23).
Para finalizar este recorrido por el parecer de la Iglesia Católica, añadiré dos puntos del Catecismo (edición del 1992):
"Cualesquiera que sean los motivos y los medios, la eutanasia directa, consiste en poner fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas y es moralmente inaceptable. Es también un homicidio gravemente contrario a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su creador" (24).
Y en otro apartado dice:
"La interrupción de tratamientos médicos onerosos, peligrosos, extraordinarios o desproporcionados a sus resultados puede ser legítima. Interrumpir estos tratamientos es rechazar el encarnizamiento terapéutico. Con eso no se pretende provocar la muerte; se acepta el no poder impedirla. Las decisiones han de ser tomadas por el paciente, si tiene competencia y capacidad, o en caso contrario, por los que tengan los derechos legales, respetando siempre la voluntad razonable y los intereses legítimos del paciente" (25).
Es muy recomendable leerse todo el artículo 5 del mencionado Catecismo. Ese apartado hace referencia al quinto mandamiento y va desde el punto 2.258 hasta el 2.330. Concretamente los destinados a la eutanasia son desde el 2.276 hasta el 2.279.
Pasando ahora a la Iglesia Judía y la postura que toma frente al hecho de la eutanasia, se hace necesario apuntar lo siguiente:
La Iglesia Judía, fundamentada en la Torá, que es uno de los legados más transcendentales del pueblo judío a la humanidad y que contiene las bases del sistema ético que ha regido la vida del hombre occidental desde hace siglos se rige con una legislación, que más que un sistema, constituye un conjunto de normas que regula la totalidad de las relaciones del hombre con Dios, con el prójimo y con la naturaleza. Y respecto al problema de la eutanasia se define de la siguiente forma:
"A lo largo de los siglos se han suscitado numerosas controversias alrededor de la eutanasia o muerte sin dolor. A pesar de los múltiples argumentos a favor de esta medida o solución, la Ley Civil considera a la eutanasia como un asesinato. La legislación judía coincide con esa postura por considerar que no se debe realizar ningún tipo de esfuerzo consciente para acabar con la vida del paciente.
Los sabios judíos ven una conexión muy íntima entre la medicina y la religión, esto es, entre el cuerpo y el alma. Y el prestar atención al cuerpo es un deber religioso mediante el cual se honra al Creador.
El suicidio es una epidemia ampliamente propagada en el mundo contemporáneo. Día tras día, personas de todo tipo se quitan la vida, incapaces de vivir y soportar las presiones cotidianas o una situación existencial que no les satisface. Mucho se ha hablado del libre albedrío y del derecho a escoger entre el bien y el mal, entre lo que es correcto y lo que es incorrecto. La lógica nos indica que las decisiones relacionadas con nuestra vida forman parte de esta elección, pero en la Ley Judía, el suicidio es considerado una de las más terribles transgresiones" (26).
De manera parecida a la Iglesia Católica y a la Judía, también la Anglicana, la Luterana, la Episcopaliana, la Ortodoxa, las confesiones Fundamentalistas y otras creencias, se sitúan en una posición claramente contraria a la eutanasia.
PACIENTE, MÉDICO Y FAMILIA:
TRIÁNGULO DE AMOR
Elisabeth Kübler-Ross, en su obra "On death and Dying" (Sobre la muerte y los moribundos), afirma que:
"No podemos ayudar al paciente desahuciado de una manera verdaderamente importante si no tenemos en cuenta a su familia. Ésta tiene un importante papel durante la enfermedad, y sus reacciones contribuirán mucho a la respuesta que de el paciente a su mal" (27)
Realmente tiene toda la razón. Es imprescindible la atención cualificada de personas que ayuden a los familiares y acompañantes a conseguir un sensato equilibrio entre la atención a su enfermo y el cumplimiento de sus propias necesidades: deberes de familia, de profesión, etc. ... Eso es sumamente importante. Así, llegado el momento inevitable de la muerte, estas personas que forman parte de la vida del individuo en avanzado estado de vejez, inmovilizado, tetrapléjico, con sufrimientos profundos psíquicos, agónico, enfermo crónico grave, ..., podrán afrontar y ayudar a afrontar mejor la situación o el desenlace.
Por parte de la administración sería imprescindible poner los medios necesarios para facilitar la estancia de los familiares de pacientes que se encuentran en unidades de tratamiento para agónicos. Deberían tener la posibilidad de descansar, sin desplazarse lejos del enfermo. Deberían poder relajarse, compartir su soledad con otros (también existe la soledad que provoca la impotencia ante el ser querido que se nos va sin remedio), poder comer decentemente, ... Deberían haber lugares donde pudieran ser atendidos por asistentes sociales y capellanes durante los inacabables períodos de espera. Lugares donde frecuentemente, médicos y enfermeras entraran para responder a preguntas, aliviar preocupaciones o dar un poco de serenidad. "La muerte no tiene por qué ser siempre sinónimo de tristeza y abatimiento" (28).
Hoy por hoy, tal como están las cosas, a menudo los acompañantes se quedan completamente solos. Y en esta soledad ahogan más si cabe, también la fortaleza del enfermo.
Algo de verdad, o todo, tendrán las palabras que he dicho sobre nuestros sistemas de atención al enfermo, cuando también una persona de relevante prestigio y vida santa y heroica, la Madre Teresa de Calcuta-, afirmaba en una entrevista concedida pocas semanas antes de su muerte: -"En ningún lugar he encontrado tanta miseria como en Occidente. En mis años de atención a los enfermos y moribundos, ninguno de ellos, que tuviera cogida su mano a una mano serena y llena de amor, y se haya sentido amado, ha pedido morir para aliviar su dolor" (29)
Tal vez el dolor del espíritu es el realmente insoportable, y cuando éste desaparece, por la atención amorosa de otro ser humano, el dolor físico pasa a un segundo término.
La Madre Teresa daba paso en todo momento a la caridad para con los demás y a la fe, huyendo siempre del trato estrictamente justo y ordinario. Y es que ella sabía, más que nadie, mas que nosotros, que la justicia por sí sola, no da alas para vivir, ni esperanza ante la muerte o ante una vida clavada al lecho. Sólo el desbordante amor, el afecto extraordinario dado sin medida y las atenciones continuas llenas de delicadeza, hacen aceptar aquello que viniendo de Dios, tanto si lo entendemos como si no, nos hará más humanos, en el verdadero y elevado sentido de la palabra y así más cercanos y semejantes al Creador.
El Amor con mayúscula, sin restricciones ni condiciones, del cual Jesucristo es Maestro -ya que por AMOR se dio a la muerte y una muerte de Cruz-, es el único camino capaz de hacer aflorar la esperanza en el alma cuando aquella se cree perdida, cuando creemos haber olvidado a Dios. Este Amor es el único capaz de hacer soportable y hasta rentable el dolor cuando los tratamientos se rinden. De hacer surgir una luz cuando la muerte ya baila en los ojos. De conseguir que preguntemos a Jesús desde el fondo de nuestro corazón:
"¿Señor, a quién iremos? Sólo tú tienes palabras de vida eterna." (30)
DOLOR Y SUFRIMIENTO:
¿UNA NECESIDAD?
Entre los grandes miedos de la Humanidad, el temor al dolor ocupa un lugar prioritario. Posiblemente la heroica y persistente lucha del hombre contra la enfermedad, las epidemias y la muerte prematura no habría comenzado nunca si estos hechos no fueran casi siempre acompañados de sufrimientos y cuadros dolorosos.
A lo largo de la historia del hombre encontramos fácilmente innumerables ejemplos de momentos donde el individuo ha sufrido y sufre dolencias y males de toda índole. El hombre las ha pasado de todos los colores, en todas las edades y situaciones inimaginables. De hecho, sin la existencia del dolor, casi podríamos asegurar que la especie humana habría dejado de existir hace muchos milenios.
El conocido psiquiatra Viktor E. Frankl ha estudiado muchos casos de gente que ha sufrido en extremo -en campos de concentración- y asegura que las personas que tienen un motivo y una esperanza, son los que superan los momentos más difíciles en el dolor, las angustias y los padecimientos. Estos individuos encuentran que el dolor, si no los aniquila, les da más fuerza y que huir del dolor es sufrir doblemente (31
Con todo, el dolor es necesario, sobre todo el dolor agudo. Sin él no tendríamos un sistema de supervivencia o de alarma primordial: "El dolor es síntoma de algo que está pasando en nuestro organismo. La persona sana sabe que tiene cuerpo, pero no siempre es consciente de ello. Cuando le duele/ ... / éste se hace presente. El dolor tiene, por lo tanto, un significado i una razón de ser" (32).
Existe también el denominado dolor crónico, para el cual la medicina tiene suficientes, y cada vez más, medios de control y hasta de supresión. De este tipo de dolor sí que podemos y debemos prescindir. Pero, ¿qué pasa cuando no es posible diferenciar con total exactitud un dolor de otro? A veces se dan cuadros de dolores agudos reiterados que hacen pensar en dolores crónicos y, en ocasiones, también la ansiedad, la soledad, la depresión, ciertos desequilibrios, el miedo, ..., se presentan como manifestaciones dolorosas cuando no son más que dolores difusos, cambiando hasta de zona del cuerpo y de intensidad.
A menudo también, ni el paciente ni el equipo médico se ponen de acuerdo en la naturaleza del dolor, dado que, hablando de dolor, nos vemos inmersos en el mundo de la subjetividad. El dolor se siente de manera íntima y personal. Hasta se hace difícil determinar y establecer con exactitud si el dolor es sólo una sensación o un sentimiento. ¡Así de grande puede llegar a ser su grado de subjetividad! No es, en consecuencia, cien por cien proyectable de un individuo a otro, y por tanto, muy poco explicable y parecido a los fenómenos del mundo de los sentimientos.
El dolor no se puede razonar. Hay culturas, sociedades, ..., donde el concepto y el sentido del dolor no tienen nada que ver con la idea que se tiene en occidente.
Es verdad que nunca como ahora se ha temido tanto al dolor. La eficacia de los analgésicos, indudablemente, nos ha hecho más blandos, pero de su existencia nos hemos de felicitar y servirnos de ellos cuando médicamente sea oportuno. Lo que sí es preocupante es el miedo que puede hacer perder el sentido humanizante y transcendente del dolor. Y eso se ha de evitar (33)
Debemos aprender a vivir con el dolor. De hecho, la aceptación y la comprensión del propio dolor ayuda a que la respuesta del individuo afectado sea mejor, al igual que el tratamiento terapéutico.
Pero ¿qué dicen destacados personajes del mundo científico y cultural respecto del dolor?:
El eminente psiquiatra José Miguel López Ibor defiende que : "El dolor puede llegar a ser psicológicamente enriquecedor en la formación y maduración de la persona" (34)
De igual manera, el Catedrático emérito de Zoología de la U.A.B., doctor Andrés de Haro Vera, también coincide afirmando que: "El dolor es unos de los grandes factores, en la condición de la persona, que nos humaniza en mayor grado" (35).
En este mismo sentido, el filósofo Jacinto Choza dice: "El dolor juega un papel primordial en la maduración de la consciencia del Yo"(36)
Solzhenitsin, en su obra "Candle in the Wind" (1.983) sentencia: "El dolor es esencial para nuestro progreso espiritual y para nuestro perfeccionamiento interior"(37).
Christian Morgenstern afirmaba: "Cada enfermedad contiene un sentido particular, ya que cada una es una purificación. Uno ha de descubrir de qué ... Los hombres a menudo se niegan a resolver el jeroglífico de su enfermedad. Aquí está lo incurable; en la falta de querer conocer"(38).
Adalbert Stifter escribe: "¡Feliz el hombre que no conoce estos sufrimientos! Pero no, infeliz él, porque no conoce aquello tan sublime que tiene la vida" (39).
León Bloy lo resume así: "Sufrir pasa, haber sufrido no pasa nunca" (40).
Joan Vilar, médico y doctor en Teología, en su entrevista concedida a Don Antonio Orozco comenta: "El dolor es el mejor medio de purificación y prepara a la unión con Dios, /... / Saberlo descubre su sentido más profundo y permite comprender que, cuando se presenta, vale la pena asumirlo" (41).
La muerte y el dolor van de la mano y la vida les acompaña. Y a veces se sientan las tres muy juntas. Nosotros somos los portadores de esta tríada y es obtuso vivir de espaldas a eso. Aquellos que lo hacen, llegan a no tener ni verdades absolutas, ni creencias firmes a la vez que ven caer os valores humanos ante la apabullante frivolidad en que se convierte toda su vida.
CALIDAD DE VIDA = ¿MUERTE?
Con el grito de "Dios lo quiere", psiquiatras, agrupaciones, sociólogos, profesores, médicos, enfermeras, políticos, gente de a pie, ..., llenos de morbosa excitación se arman como los antiguos cruzados, contra la vida. Otros intentan demostrar, por activa y por pasiva, que es preferible la prematura frialdad de la tumba que ciertos estados de la existencia humana.
Estos movimientos y focos de opinión buscan compaginar y hacer digeribles aberraciones tan grandes como por ejemplo que "En pro de la calidad de vida, de la libertad inherente en el hombre y de una existencia más digna. Hasta el postrer instante, la solución radica en la muerte. Dulce, amarga, ácida, con sabor a fresa o a cianuro, pero muerte al fin y al cabo" Son como pedazos mal zurcidos de falso humanitarismo maquillado con pretextos, trampas y subterfugios de piedad, respeto humano y afecto hacia el ser que se encuentra postrado por una agonía, una larga enfermedad, agudos dolores y/o sufrimientos.
Y con todo, lo que es verdaderamente triste, es que hay un número considerable de ellos que creen verdaderamente en eso que podríamos llamar "solución final" Viendo esta situación que nos precipita hacia una industria de la muerte, me vienen inevitablemente a la memoria ciertos sucesos del pasado relacionados con el exterminio de seres humanos bajo la aplicación de modernos métodos de la industria y de la medicina. Estos sistemas, bajo la perífrasis de "solución final" realizaron, no hace mucho tiempo, verdaderas limpiezas étnicas con la frialdad más absoluta. De hecho aplicaron una sencilla eutanasia: "la llamada eutanasia genésica o social. "Cada generación tiene sus preocupaciones y sus propias ideas. También sus locuras" (42).
La nuestra sufre hoy una verdaderamente preocupante, aunque no novedosa: la audacia de un ser temerario, el hombre, que tiene la ridícula osadía de declararse público enemigo de su propio Creador, a quien debe la existencia y desconociendo su omnipotencia y, además, seduciendo y confundiendo a sus propios hermanos para arrastrarlos con él en su caída.
Podríamos preguntar aquí, a estos negociadores de la muerte: "¿Cuales serán vuestros frutos? ¿Cuales han sido hasta ahora? Yo respondo: -"Muerte. Y vidas robadas a deshora, sin tiempo apenas para una reconciliación con su Dios"
Preguntaba Jaime Balmes (con un acierto que pone los pelos de punta) a quien quiere disponer de la vida propia o ajena según el dictado de su conciencia:
-"Al presentarse ante su Creador, en el mundo de la Eternidad, qué podrá responder si se le dice: ¿Quién te ha llamado aquí?" (43).
Del aburrimiento de una sociedad estéril, el hombre pasa al frío de un mundo hedonista donde, quien no puede dar más de sí mismo -humanamente hablando-, quien no soporta más su existencia, desligado de su transcendencia y de su Creador, viene a ocupar una butaca en el cementerio de los desesperados y solitarios. A veces nos encontramos con personas que piden su muerte y no sabemos, realmente, por qué lo hacen, aunque ellos nos lo quieran razonar. Es difícil, en estos casos, descartar que la familia, el médico o cualquier integrante del personal sanitario no tengan algo que ver y no estén influyendo, más o menos conscientemente, en el paciente. El gran peligro puede hacerse realidad y no podemos caer en el ardid de querer instaurar una falsa sociedad de progreso por unos contados casos de enfermos en estado terminal, que no son suficientes para crear una ley que abriría las puertas a una mentalidad que quiere, en último término, matar a las personas que no lo deseen. Si aceptamos cualquier caso de eutanasia, por mínima que sea, daremos entrada, tarde o temprano a todos los demás casos. Lo mismo está ocurriendo ahora con el aborto.
Se hace precisa una resurrección que haga vivir más al hombre en Cristo, con los ojos clavados en el Jesús resucitado, que nos lo haga sentir más presente, tanto en su nacimiento, como en los momentos gloriosos de los milagros, transfiguración, pasión, muerte y resurrección.
La vida puede parecer una epopeya trágica a veces, pero si los hombres aprendemos a utilizar las amargas singladuras en nuestro beneficio y en el de los demás (corredención), se convierte en un paseo triunfante hacia Dios.
Se hace también necesario y urgente un cambio profundo en la sociedad que rodea esos núcleos de alto riesgo que son los desahuciados por la medicina, los ancianos en estado muy avanzado de degeneración e incapacitados, los afectados por el dolor, el sufrimiento y la dura soledad, los que se encuentran en estado comatoso, ...
Y es éste un cambio que supone un gran sacrificio. El sacrificio de poner la luz de nuestra compañía en las sombras de la habitación de un agónico. El sacrificio de dar el sonido de nuestras palabras en los oídos aparentemente muertos del comatoso. El sacrificio de comunicar el calor de nuestras manos en las frías manos del anciano. El sacrificio de acariciar con la tibieza de nuestra boca el rostro carcomido por la soledad y el desamor. El sacrificio de poner a disposición la fuerza de nuestros brazos donde no puede llegar el tetrapléjico.
AMOR QUE CURA
De las decenas de miles de casos estudiados por la doctora Elisabeth Kübler-Ross y de los innumerables enfermos atendidos por la Madre Teresa de Calcuta y sus hijas, ni uno pidió morir antes de tiempo. Sólo un caso, de miles y miles, expresó el deseo de que le administraran una inyección que le acelerara la muerte. Y en ese caso el paciente tampoco era quien lo quería. Su madre se lo había hecho prometer.
Un de los mayores regalos que nos ha dado Dios es la capacidad de escoger con total libertad. Y de todos los seres vivos, el hombre es el único que posee este don. Tenemos por tanto la libertad de hacer servir todas nuestras energías, tanto de manera positiva como negativa.
Pero el hombre sólo es verdaderamente libre cuando toma la opción en un estado mental, físico y emocional mínimamente equilibrado y estable, ajeno a cualquier tipo de influencia distorsionadora de su proceso decisitorio.
"Si el hombre no sufre innecesariamente, si está instalado cómodamente, si es atendido con afecto y si se tiene, llegado el caso, el coraje de llevarlo a su hogar, dentro de lo posible, entonces ninguno protestará ante la muerte"(44)."Ningún moribundo os pedirá una si lo cuidáis con amor" (45).
Mi más íntimo deseo es que hagamos un esfuerzo por demostrar a nuestros enfermos y abandonados un poco más de amor. Se comienza desde la familia, se continúa en la escuela y la administración hace el trabajo oficial. En casa teniendo exquisito cuidado de los propios enfermos y transmitiendo a los hijos el valor de la caridad. En la escuela promoviendo y animando a hacer visitas regulares a lugares de atención para con personas que lo necesitan. Desde la administración, facilitando, cambiando e invirtiendo en formación e infraestructura, humanizando el personal y el entorno hospitalario hasta conseguir que el mundo del enfermo sea un nuevo paraíso.
Vivir bien no quiere decir tener más, tener lo mejor o tener durante más tiempo. Vivir bien significa aprender a querer. Todo lo demás es una dura carga que se hace más pesada cuando ya no es posible mantenerla. El hombre que vive sólo de hacer cosas, de ser más, de rodearse de lo mejor que hay, de adquirir conocimientos, ..., se siente el más inútil de los mortales cuando su situación es tal que no le permite, ni hacer, ni ser, ni rodearse, ni adquirir como antes.
El hombre que aprende a querer, en el sentido más profundo y elevado de la palabra, se da cuenta de que no existe ninguna situación, por dura y terrible que parezca, que le pueda impedir continuar haciéndolo. El hombre que ha aprendido a querer ve como el familiar, el amigo o hasta el desconocido, no es un cuerpo inútil o en proceso de degeneración, si no un alma hambrienta de cariño. Porque Dios es Amor y "Quien a Dios tiene, nada le falta; sólo Dios basta."(46). Si en alguna cosa somos parecidos a Dios, a su imagen y semejanza, es en nuestra capacidad para amar. Capacidad ésta, limitada, incomparable a la de Nuestro Señor, pero fiel reflejo de su amor y suficiente para llenar los vacíos de los que nos rodean. El amor sale del corazón, del alma, del mismo Cristo. Es reflejo del amor que se tienen las tres divinas Personas y que Jesús nos comunicó:
"Como el Padre me ama, así os he amado. Permaneced en mi amor./.../Éste es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado."(47)
Quien no hace servir con regularidad, además de la cabeza, su corazón y su alma, no podrá jamás ayudar a nadie. No podrá llegar a querer realmente ni a transmitir aquello que no tiene: esperanza, fe, paz y alegría. Porque todo esto se fundamenta en la caridad, en el amor. Amar a los demás y conseguir que se sientan amados, es ayudar a que esperen algo más de su vida, aunque sea una vida de lecho y enfermedad. Es también confesar a Dios ante el prójimo y abrir una puerta a la felicidad eterna.
Puede parecer que estamos viviendo en un mundo con graves crisis de caridad. Creo que no es así. Hay miles y miles de personas que se están dando en tiempo, amor y atención a los demás en todo el mundo y de todo el mundo. El problema, tal vez, está en que los cuatro gatos de turno, descontentos de la vida y de Dios sabe qué, hacen demasiado ruido, en momentos premeditados y claves, y con una infraestructura propagandística detrás muy bien preparada y concertada. Es como una guerra de guerrillas soportada por no se sabe quien, pero con un peso real humano muy pequeño. Esta gente están a la vanguardia de las últimas tecnologías en comunicación. A la caza de solitarios, abandonados a su enfermedad que sirvan de estandartes. A la recopilación de encuestas de opinión intencionalmente deficientemente claras y en núcleos sociales y humanos de población poco o mal informada. A la búsqueda de financiación cuyo único propósito es transformar la sociedad en un pozo de matero en un club hedonista donde lo único importante es el mercado y aquello que produce rendimiento sin estorbar a nadie.
¿La solución? ¡AMAR! Cuando un hombre se siente amado ya no tiene miedo. ¡Miedo a nada! Ni a la vida ni a la muerte. Acepta la situación tal cual es en cada momento y sabe aprovechar lo mejor de cada instante. Es vital luchar contra la soledad terrible que asola el espíritu, contra la sensación de que nadie se ocupa de ti, de que nadie piensa en ti, de que eres un lastre para el otro. Eso se consigue a veces hasta sin decir nada, con la mano llena de la otra mano y con los ojos a rebosar de afecto como los de la madre que contempla a su hijo recién nacido dormir en la cuna. Eso se alivia con la pronta respuesta a sus dudas, con el consejo a punto, con la oportunidad dada para reconciliarse con Dios o para seguir tratándolo. Con el beso a tiempo, con la encajada oportuna y con los largos silencios que piden a veces sus silencios sin que por eso dejen acampar la sensación de abandono en su alma.
Y si la solución es amar, ¿qué mejor lugar que la familia? La familia es comunidad de amor y de vida. Unidad responsable con un amor total, fiel y abierto. La familia es portadora siempre de un mensaje de esperanza, particularmente de vida, de la cual es cuna e inicio.
La familia es también forjadora de personas, la auténtica humanidad, en la formación del corazón de sus integrantes. Nada puede sustituir a la familia. Ningún sucedáneo prefabricado por las leyes o la opinión pública puede pretender, aunque se empeñe, fabricar algo que se parezca en lo más mínimo a la familia. Sin Ella, la familia real y originaria, la humanidad se empobrece. La esperanza y la responsabilidad de la cual es portadora ha de ser acogida, apoyada, defendida y vigorizada por todos los pueblos y sus gobernantes. Así la fuente del amor no dejará de manar nunca.(48)
EL DERECHO A LA VIDA Y LA SOCIEDAD
Consideremos unos momentos la situación actual del derecho a la vida y de algunos aspectos colaterales en nuestra sociedad.
El promedio de vida ha aumentado enormemente en los países más desarrollados. Esto nos beneficia (estadísticamente podemos ejercer nuestro derecho a la vida más tiempo), aunque las asociaciones pro-derecho a morir digan que sólo en tanto en cuanto gocemos de un cuerpo sano.
Los avances de la medicina han supuesto una gran mejora para la salud de todos y para la lucha y prevención de las enfermedades, aunque aquí también, las asociaciones antes mencionadas, ven el hecho como un alargamiento muy preocupante del proceso de la muerte.
La gran mayoría de la gente, por poco que esté documentada e informada, considera que hoy en día el dolor experimentado por enfermos terminales puede controlarse a niveles soportables mediante los tratamientos apropiados. Pero también reconocen que el acceso a la salud pública adecuada es cada vez más difícil por las reducciones de financiamiento que sufren por parte del estado y que este control del dolor no se hace accesible a todos los enfermos provocando unas situaciones de sufrimiento que terminan por comunicarse también a los familiares, acompañantes y sociedad en general, provocando movimientos de protesta que ponen en duda la validez del derecho a la vida de estos individuos.
Un mayoritario número de científicos, políticos, filósofos y ciudadanos en general declara que el derecho a la vida es un derecho natural en el hombre, ya que la naturaleza humana es una naturaleza viva y todo hombre, por instinto natural, tiende a conservarla.
Pero nos encontramos que este derecho a la viva es cuestionado, con mucha frecuencia, por los partidarios de la eutanasia, cuando el sujeto tiene una grave enfermedad, se encuentra en una situación de inconsciencia irreversible, nace con malformaciones congénitas o sucede alguna circunstancia desagradable o insostenible desde su particular punto de vista. Ante el derecho a la vida, que nadie cuestiona, en el caso de una agresión hacia un cuerpo saludable, hay quien contempla otro derecho a la muerte como parte del derecho a la intimidad personal. Sobre todo en determinados casos. Es decir, para ellos hay vidas y vidas.
Vidas sin valor humano por el hecho de sufrir dolores, enfermedades o situaciones tales que constituyen una pesada carga para el individuo y los que le rodean. Vidas sin valor social, ya sea porque representan un gasto económico para la sociedad, ya sea porque lo suponen para sus padres o parientes cercanos. Para esos grupos de presión el derecho a vivir es relativo y viene condicionado en tanto en cuanto no se den los antes mencionados cuadros que puedan justificar su dulce eliminación y así la desaparición del problema que acarrean con su existencia.
Desde la perspectiva cristiana, el derecho a la vida es un derecho absoluto, jamás sujeto a negociaciones ni regateos, que tienen todos los hombres en cualquier circunstancia que se encuentren. No podemos aceptar la actitud hipócrita y egoísta de los que consideran el derecho a la vida como un derecho que puede ser modificado dependiendo de la situación que se viva en determinado momento: enfermedad, minusvalía, carga social, etc .
La vida humana tiene necesariamente acabamiento y es necesario distinguir los indicadores de que eso se está produciendo. Y eso, tanto para no privar a la persona de su vida como para no mantenerla extraordinaria y desproporcionadamente en una situación de vida artificial que podría degenerar en un ensañamiento terapéutico. En este sentido la ciencia médica ha hecho grandes progresos, pero todavía existen muchas dudas sobre los síntomas vitales que es necesario comprobar, y hasta el tiempo mismo durante el cual han de mantenerse, para poder tener la certeza de la muerte irreversible de un individuo.
Ahora bien, ¿qué pasa cuando la persona ve y vive la creciente masificación de la medicina, la despersonalización en la relación médico-paciente, la obligatoriedad de tratar con el frío sistema en lugar de hacerlo con la persona que tiene en sus manos el don de sanarlo?
Cualquiera de nosotros tiene la necesidad de vivir en sociedad y de establecer unas relaciones, más o menos estrechas con las personas que nos rodean. Cuanto más estrechas son estas relaciones, más confianza depositamos en el otro. La relación médico-paciente es posiblemente aquella donde uno de los individuos, el paciente, más fe deposita en el otro, el médico.
El enfermo pone en manos del profesional de la medicina, la esperanza y la plena confianza de que éste aliviará sus dolores y restablecerá su salud hasta donde sea posible. Si dejamos la puerta abierta para que el sistema trate masivamente a los enfermos únicamente desde el punto de vista formal, legal o material, considerándolos únicamente unos cuerpos averiados con mayor o menor posibilidad de productividad futura, estaremos rebajando el ser humano a la categoría de simples mamíferos superiores y debemos tener siempre presente que el hombre posee unos ingredientes naturales y espirituales que lo colocan muy por encima de todos aquellos.
Para Francisco Alonso-Fernández, psiquiatra, el hecho de un individuo que desee morir es síntoma claro de enfermedad. "El deseo de morir en ausencia de estado terminal denota riesgo de suicidio. Se trata de una urgencia que precisa un diagnóstico y una terapia inmediatas. Y si se trata de un paciente en estado terminal, casi no existe duda de que se trata de un síntoma depresivo"(49)
¿Puede un hombre equilibrado, autónomo, sensato, con un entorno social y una situación que no afecten a su juicio, pedir la muerte?
Hay quien responde afirmativamente creando un esquema de hombre donde la pulsión, el <thánatos>, es equiparable al instinto de supervivencia y la defensa contra el dolor, que son principios antropológicos primordiales y demostrados. Pero no olvidemos que "El médico no puede poner en duda el derecho prioritario de un enfermo a recuperar el bienestar físico, psíquico y social. La prevención de la vida, del sufrimiento y la protección de la libertad son tres exigencias que se han de afrontar conjuntamente"(50)
La defensa de la autonomía del individuo que tanto proclaman los partidarios de la eutanasia sólo se puede dar cuando ésta es real y cierta. Existe ya la experiencia, y no poca, de peticiones de morir que fueron canceladas por el mismo interesado, tras eliminar los sufrimientos y la depresión del paciente.
TESTIMONIOS
ANTE EL DOLOR Y LA MUERTE
Don Luis De Moya es sacerdote y doctor en medicina. Necesita de alguien que esté accesible permanentemente para ayudarle. Su único medio de transporte es una silla de ruedas que controla con el mentón y sus manos, que antaño han curado enfermos, han bendecido matrimonios y han impartido el perdón de Dios a muchas personas, ahora descansan, inmóviles, sobre sus piernas. En los aproximadamente seis años que lleva con esta lesión ha sufrido momentos más delicados y desagradables que otros y asegura que cada día tiene ratos molestos e indeseables. De hecho, físicamente, le ha tocado sufrir más que a la media de enfermos de parecidas características. A pesar de eso, estas son algunas de sus declaraciones: "Soy feliz porque me siento amado, porque estoy con mi familia, en la que soy como un niño de un año, con la diferencia del sentido común y alguna otra ventaja". (51)
"Yo sé que mi vida es algo más grande porque es de El (Dios) y en todo caso se encamina hacia El, aunque a veces me sea más costoso que a la mayoría". (51)
"Se puede pensar que es muy difícil de soportar todo esto. Pero hablar desde un punto de vista meramente humano es reducirse a una expresión incompleta de la realidad". (51)
"Ciertamente, el no contar con el apoyo familiar, hace que la enfermedad y la limitación en general sea especialmente difícil, porque sentirse amado, necesariamente da alas para vivir amando a los demás" (51)
"...donde es más clara esta generosidad y más continua es en el ámbito propiamente familiar, en casa. Aquí soy permanente oportunidad para que cada uno ponga en mí lo mejor de sí mismo" (51)
"No se ha de aplaudir a Luis sino a la gente que me ayuda".(51)
El "Hospitium" es un centro de acogida de enfermos terminales especializado en medicina paliativa que hay en Utrecht, Holanda. También, en Rozendaal, más al este, está el Hospice Rosenhuyvel. Los dos centros, regentados por el doctor Van der Does de Willebois y el doctor Zbigniew Zylich respectivamente son pioneros en el tratamiento de enfermos terminales con el suministro y aplicación de técnicas que les alivien los dolores y sufrimientos durante los procesos agónicos. En los dos hospitales hay pocas plazas disponibles, ya que subsisten de donaciones y no todos los pacientes pueden pagar. Se acepta a pobres y a ricos y no hay subvenciones. Algunos de los profesionales que trabajan lo hacen gratuitamente, como la doctora Plomp, cirujana de profesión.
"Hoy en día –afirma el doctor Zbigniew Zylich-, es posible suministrar dosis muy precisas de analgésicos en tratamientos locales, mediante cateterismo o inyectando directamente en la médula. Además es importante considerar al enfermo como un ser humano necesitado de afecto, de conversación, de ternura. La mayoría de los refugios y hospitales no tienen tiempo para eso". (52)
Cornelius Van Ee sufre un cáncer de próstata terminal. Desde su habitación, con grandes ventanales y muy iluminada, dice:
"No tengo miedo. Es un cáncer muy lento pero creo que esto es el final. Tengo mi habitación silenciosa, la gente cuida de mí, me lava y me trata muy bien. Mis amigos y mi mujer me visitan. ¿El secreto? Acostumbrase, tolerarse, aceptarse. No, no tengo miedo. Pero en cambio es cruel la separación de mi esposa".(52)
El Padre Hugo decía que el reglamento de los cartujos quiere que cuando un fraile muere, la Comunidad celebre fiesta: "aquel día es lícita la refección de la Comunidad, es permitido romper el silencio, la cocina enriquece con un dulce y un licor la lista del menú. Todos hablan del fallecido como de uno que está haciendo un largo y maravilloso viaje. Y cuando llega la hora, entre cánticos profundos y alegres plegarias, le acompañan hasta el rincón de la Cartuja que el mismo ha escogido, donde es enterrado,...". (53)
El literato, moralista y teólogo Fénélon (1651-1715), uno de los mejores escritores franceses del tiempo de Luis XIV, creía en la necesidad del dolor: "-Aquellos que no han sufrido, no saben nada –decía-. No conocen ni lo que son bienes, ni lo que son males. Desconocen a los hombres, se ignoran ellos mismos."(54)
Después de firmar su testamento, Lope de Vega, descansó un poco, recibió la extremaunción /.../ se despidió de sus amigos, encajó entre lágrimas sus manos /...../ y dirigiéndose a Juan Pérez de Montalbán, su médico, le dijo:
"- Doctor, la verdadera gloria es ser bueno: yo cambiaría todos los aplausos que he tenido por haber hecho un acto de virtud más en esta vida ..."
Se fatigaba. Volvió a reposar. Inclinó la cabeza ... Rezando fervorosamente ante una cruz, con los nombres de Jesús y María en los labios, entregó Lope su alma al Creador. En un nombre de mujer, la dulcísima Virgen María, exhalaba, su último suspiro. (55)
Poseía Santa Teresa de Lisieux una manera de ver los sufrimientos de los demás que no corresponden a la opinión general pero que conviene conocer por lo de edificante que. Amaba a sus hermanas muy sobrenaturalmente y decía: "- ...no sabéis el precio del sufrimiento; ¡si supierais el bien que hace a vuestra ánima! (56)
Y Teresa de Avila decía: "-A aquellos que Dios ama mucho, los lleva por camino de fatigas, y cuanto más los ama, más grandes son las penas."(56)
"A veces –comentaba aquel enfermo consumido de celo por las almas- protesta un poco el cuerpo, se queja. Pero trato también de transformar "estos gemidos" en sonrisas, para que resulten muy eficaces."(57)
"Cuando estés enfermo, ofrece con amor tus sufrimientos, y se volverán incienso que se eleva en honor de Dios y que te santifica."(58)
"-¿Está triste? ¿Y no lo crees un síntoma de enfermedad? Pues sí lo es. Y esta tristeza ha de ser curada cuanto antes mejor, si no quieres lamentar consecuencias peores."(59)
"Hay momentos en que tendríamos ganas de gritar ¡no puedo más! (el dolor, la enfermedad, los sufrimientos, ...) Aguantemos un poco. Dios no pide más que unos minutos "malos" cada día."(60)
CONCLUSIONES
Las razones expuestas para luchar en pro de la vida y en contra de la eutanasia son, en general, filosóficas, psicológicas, teológicas, médicas y sociológicas. Y en todas ellas está latente la urgente necesidad de reconciliar el hombre con la vida, con la propia situación, sea la que sea, y con los derechos y requerimientos del prójimo. Y en definitiva de reconciliar el hombre con Dios. Esta exposición nos tendría que servir de ayuda para no permanecer de brazos cruzados ante la realidad que nos ha tocado vivir.
No hay peligro de exagerar la importancia que tiene respetar la inviolabilidad de la vida del ser humano. No hacen falta grandes argumentos, ni especiales, ni extraordinarios. Lo que hace falta es determinación, adhesión, compromiso, dedicación de corazón, devoción leal, amor y la renovación constante de un espíritu recto en nosotros.
Por último haré una breve relación de las ideas básicas de este ensayo:
1- La eutanasia, entendida como la provocación directa de la muerte, es del todo ilícita. No existe ninguna razón que pueda justificarla. Siempre se tratará de verdadero homicidio. (61).
2- Es lícito, al paciente, procurarse la minoración o supresión de sus dolores si no hay nada que se oponga a bienes superiores o que sea impedimento para su consecución. (62).
3- Para el cristiano, la vida es una gracia de Dios que se ha de aprovechar ya que, mientras existe, hay la posibilidad de seguir luchando por alcanzar el cielo. Mientras dura la vida, la gracia de Dios puede ir produciendo y aumentando sus efectos redentores hacia el hombre. (63).
4- El ser humano no es algo material con la categoría limitada e ínfima de una cosa. Contiene un espíritu, sin comparación más noble que el cuerpo y más digno, por tanto, del aprecio y del afecto del hombre que lo posee y de todo aquel que con igual dignidad e idéntico destino, ha de tenerlo en cuenta en sus mutuas relaciones de justicia o de caridad. (64).
5- La vida es de Dios, en el sentido absoluto de la palabra, aunque en ciertos aspectos haya encargado a la inteligencia del hombre, como causa instrumental, y a su amor, la propagación y la conservación de ella. El derecho a disponer de la propia vida es limitado. Dios es el amo absoluto de la vida y de la muerte. (65).
Leemos en la Sagrada Escritura: "Yo mataré y Yo haré vivir"(66).
Y San Pablo nos advierte que la vida y la muerte pertenecen a Dios: "Ya que ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno de nosotros muere para sí. Que si vivimos, para el Señor vivimos, y si morimos para el Señor morimos. Ora, pues, vivamos, ora muramos, del Señor somos" (67)
"Respetemos el gran misterio de la vida, el bien supremo que sólo disfrutamos en efímero usufructo. Mientras el ser tenga aliento, dejémoslo vivir. Y asistamos con serenidad a nuestra propia agonía, como nuestros padres asistieron a la suya. Tal vez sea nuestro último pensamiento, el más luminoso y noble surgido de nuestra mente" (68)
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS
(1) Federación Mundial De Asociaciones pro Derecho a Morir.
(2) Federación Mundial De Asociaciones pro Derecho a Morir
(3) Federación Mundial De Asociaciones pro Derecho a Morir
(4) Federación Mundial De Asociaciones pro Derecho a Morir)
(5) Artículo El Periódico, 5-10-97
(6) Federación Mundial De Asociaciones pro Derecho a Morir
(7) Federación Mundial De Asociaciones pro Derecho a Morir
(8) Parlamento Europeo. Informe anual de 1995. Ponente: Claudia Roth.
(9) Parlamento Europeo. Informe anual de 1995. Ponente: Claudia Roth.
(10) 10 Preguntas sobre Bioética. Eduardo Ojeda.
(11) En Favor de la Vida. (http://www.vida-nueva.com/cardenal/alzando05.htm)
(12) Diccionario de la Real Académia Española de la Lengua.
(13) Diccionario de la Real Académia Española de la Lengua.
(14) Miguel Ángel Monge, 39 Cuestiones doctrinales (La Eutanasia), Ed.Palabra M.C. Madrid 1991.
(15) Ángel Juanes Peces. "Presidente del Tribunal Superior de Extremadura". Lineas Básicas del nuevo Código Penal. (http://www.smmp.pt/espanho2.htm)
(16) Ángel Juanes Peces. "Presidente del Tribunal Superior de Extremadura". Lineas Básicas del nuevo Código Penal. (http://www.smmp.pt/espanho2.htm)
(17) Alberto Pacheco Escobedo. Esquema para una investigación sobre aspectos jurídicos de la eutanasia. (http://info.jurídicas.unam.mx/publica/salud/cuad1/pacheco.htm)
(18) Hipócrates, 400 ac Juramento Hipocrático. Diccionario Enciclopédico Espasa (vol. 7). Espasa Calpe Editores
(19) Alberto Pacheco Escobedo. Esquema para una investigación sobre aspectos jurídicos de la eutanasia. (http://info.jurídicas.unam.mx/publica/salud/cuad1/pacheco.htm)
(20) Monseñor Alberto Giraldo, Presidente de la Conferencia Episcopal y Arzobispo de Medellín (Decálogo de la Iglesia Católica rechazando la eutanasia).
(21) Juan Pablo II, 'Evangelium Vitae' n.2
(22) Carta a los agentes de la salud n. 148, Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud.
(23) Alejandro Daniel Balzán. ´Donum Vitae´ Manipulación Genética y Reproducción Asistida en el Ser Humano.
(24) Catecismo de la Iglesia Católica. Edición 1992. Artículo 5, P. 2.277
(25) Catecismo de la Iglesia Católica. Edición 1992. Artículo 5, P. 2.278
(26) Tribuna Israelita. Documentos agosto 15.1.997.
(http://www.ort.org.mx/tribuna/banco02.htm# derechos)
(27) Elisabeth Kübler-Ross. "On Death and Dying". The Macmillan Company, New York 1972.
(28) Elisabeth Kübler-Ross. "On Death and Dying". The Macmillan Company, New York 1972.
(29) Reportaje de archivo T.V.E. septiembre 1997.
(30) Santos Evangelios . Jn 6 68-69
(31) Antonio Orozco. El sentido del dolor Artículos y costumbres sobre Fe y Cultura. Escritos Arvo. Salamanca Mayo 1996.
(32) José Miguel López-Ibor. Guía práctica de Psicología, (dirigida por J.A. Vallejo-Nágera) Cap.VI ("El hombre y la enfermedad"), pp. 374 ss.
(33) Antonio Orozco. Artículos y costumbres sobre Fe y Cultura. Escritos Arvo. Salamanca Mayo 1996
(34) José Miguel López-Ibor. Guía práctica de Psicología, (dirigida por J.A. Vallejo-Nágera) Cap.VI ("El hombre y la enfermedad"), pp. 374 ss.
(35) Andrés de Haro Vera. Catedrático Emérito de Zoologia U.A.B. Comunic.Pers.
(36) Jacinto Choza. La supresión del pudor y otros ensayos. NT EUNSA 1.990
(37) Antonio Orozco. El sentido del dolor Artículos y costumbres sobre Fe y Cultura. Escritos Arvo. Salamanca Mayo 1996
(38) Antonio Orozco. El sentido del dolor Artículos y costumbres sobre Fe y Cultura. Escritos Arvo. Salamanca Mayo 1996
(39) Antonio Orozco. El sentido del dolor Artículos y costumbres sobre Fe y Cultura. Escritos Arvo. Salamanca Mayo 1996
(40) Antonio Orozco. El sentido del dolor Artículos y costumbres sobre Fe y Cultura. Escritos Arvo. Salamanca Mayo 1996
(41) Antonio Orozco. El sentido del dolor Artículos y costumbres sobre Fe y Cultura. Escritos Arvo. Salamanca Mayo 1996
(42) Giovanni Papini. La vida de Cristo. (Prólogo del autor al lector). Ed. El Ombu.(Biblioteca de autores extranjeros contemporaneos) Buenos Aires 1931.
(43) Jaime Balmes. Filosofía Fundamental. Etica, c.15 sec. 5: Obras completas Ed. BAC t. 3 p. 146 Madrid 1948
(44) Elisabeth Kübler-Ross. "La muerte: un amanecer" Ed. Luciérnaga Barcelona 1989
(45) Elisabeth Kübler-Ross. "La muerte: un amanecer" Ed. Luciérnaga Barcelona 1989
(46) Sta. Teresa de Ávila. Tesoro de la juventud. Devocionario razonado y completo por San Enrique de Ossó, Pbro. Ed Ramón Casals. Barcelona 1949
(47) Santos Evangelios. Jn 15, 9-17
(48) Entrevista a Alfonso López Trujillo, cardenal del dicasterio de la família. La Varguardia 28-9-97.
(49) Francisco Alonso-Fernández. Presidente del Colegio de Psiquiatras de Lengua Española. Artículo ABC, domingo 12-10-97.
(50) Francisco Alonso-Fernández. Presidente del Colegio de Psiquiatras de Lengua Española. Artículo ABC, domingo 12-10-97.
(51) Antonio Orozco. ¿Porqué el sufrimiento? Artículos y costumbres sobre Fe y Cultura. Escritos Arvo. Salamanca Enero 1.997
(52) Cristina López Schlichting. Reportaje ABC domingo 12-10-97.
(53) Vicente Vega. Diccionario Ilustrado de Anècdotas. Ed.Gustavo Gili. Barcelona 1960
(54) Vicente Vega. Diccionario Ilustrado de Anècdotas. Ed.Gustavo Gili. Barcelona 1960
(55) Vicente Vega. Diccionario Ilustrado de Anècdotas. Ed.Gustavo Gili. Barcelona 1960
(56) Julio Eugui. Anécdotas y Virtudes. Ed RIALP Madrid 1.989.
(57) Beato Josemaría Escrivà de Balaguer. Surco. Ed. RIALP Madrid 1.991.
(58) Beato Josemaría Escrivà de Balaguer. Forja. Ed. RIALP Madrid 1.991.
(59) Miguel Mª Beltrán Quera,S.J. Padres, sugerencias para educar Ed. STVDIVM Madrid 1970
(60) Miguel Mª Beltrán Quera,S.J. Padres, sugerencias para educar Ed. STVDIVM Madrid 1970
(61) Antonio Peinado. Moral Profesional. La Editorial Catòlica, S.A. B.A.C. (Bajo los auspicios y alta dirección de la Pontificia Universidad de Salamanca). Madrid 1969
(62) Antonio Peinado. Moral Profesional La Editorial Catòlica, S.A. B.A.C. (Bajo los auspicios y alta dirección de la Pontificia Universidad de Salamanca). Madrid 1969
(63) Antonio Peinado. Moral Profesional. La Editorial Catòlica, S.A. B.A.C. (Bajo los auspicios y alta dirección de la Pontificia Universidad de Salamanca). Madrid 1969
(64) Antonio Peinado. Moral Profesional. La Editorial Catòlica, S.A. B.A.C. (Bajo los auspicios y alta dirección de la Pontificia Universidad de Salamanca). Madrid 1969
(65) Antonio Peinado. Moral Profesional. La Editorial Catòlica, S.A. B.A.C. (Bajo los auspicios y alta dirección de la Pontificia Universidad de Salamanca). Madrid 1969
(66) Deut 32.
(67) Rom 14, 7-8
(68) Santiago Ramón y Cajal. Charlas de café. Ed. Espasa Calpe. Col. Austral. Madrid 1966
RELACIÓN BIBLIOGRÁFICA DE INTERÉS SOBRE ASPECTOS DE LA OBRA:
EUTANASIA, DOLOR, MUERTE, SUFRIMIENTO, ENFERMEDAD, VIDA, DIGNIDAD, MAGISTERIO
1- J. B. Bossuet. Sermones . (Sermón sobre la muerte ,para el viernes de la IV semana de Cuaresma, predicado ante el Rey, p.179ss). Ed. Luis Miracle, Barcelona 1940
2- Leo J. Trese. La fe explicada . (Segunda parte. Los Mandamientos cuarto y quinto de Dios. p.293ss) Ed. RIALP Patmos, Madrid 1989
3- Jesús Urteaga. El valor divino de lo humano .( Capítulo V. La aventura del dolor. La aventura de la muerte p.176ss) Ed. RIALP Patmos, Madrid 1990
4- Fernando Monge. Eutanasia . Folletos Mundo Cristiano nº 405 Madrid, junio, 1985
5- Juan Pablo II. El sentido cristiano del sufrimiento humano Carta Apostólica. Folletos Mundo Cristiano nº 379 Madrid, diciembre, 1984
6- Obispos españoles. La conciencia cristiana ante la actual situación de nuestra sociedad . Folletos Mundo Cristiano nº 520-521. (Cap.II). Madrid, noviembre, 1990
7- Juan Pablo II. Encíclica Veritatis Esplendor . (Cap. II, nn79-83) Documentos Mundo Cristiano Ed. Palabra Madrid, 1993
8- S.Congregación para la doctrina de la fe. El respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación . (Introducción, nn 1-2-3) Folletos Mundo Cristiano nº 441 Madrid, abril 1987
9- Manuel Fernández Areal. Hijos de Dios . (Cap.II, pp 9-10-11-12. Sin Dios no tiene objeto la vida) Folletos Mundo Cristiano nº 59 Madrid, agosto 1969
10- Jesús Urteaga Loidi. Los defectos de los santos . (Cuando el mundo sufre. pp221 a 232). Ed. RIALP Madrid, 1987
11- Juan Pablo II. Pensamientos . Selección por Nereo Silanes, O.SS.T. (Capítulo 6; El hombre, ser abierto. nn 494 a 563) Ed. Secretariado Trinitario. Salamanca, 1981
12- Louis de Wohl. Adán, Eva y el mono . (Cuadernos Palabra nº 90. Sufrimiento y dolor. El suicidio. pp 105 a 111) Ed. Palabra Madrid, 1984
13- Antonio Royo Marín. Espiritualidad de los seglares . (Cuarta parte, capítulo 3, punto 11, La caridad con los que sufren) Ed. La Editorial Católica, S.A. B.A.C. Madrid, 1967
14- Juan Pablo II. Carta apostòlica Tertio Millennio Adveniente .(Capítol IV, Primera Fase nº 34) Arquebisbat de Barcelona. Barcelona, 1995
15- Omer Englebert. El Padre Pecquet canta las cuarenta... (Para consuelo de los que sufren, cap. XVIII) Ediciones Carlos Lohlé. Buenos Aires, 1954
16- Cardenal Newman, Juan Enrique. Antología . (Parte II, Sermones, 1. Grandeza e insignificancia de la vida humana / Parte IV, Selección de aforismos, 5. El pecado, la pena y el sufrimiento) Ed. Difusión, S.A. Buenos Aires, mayo, 1946
José Luis Bello Rodríguez
VOLVER AL PRINCIPIO DEL DOCUMENTO