El Hombre del Saco

 

Todos los domingos al mediodía

A la hora del calor

Cuando la brisa no sopla

Y el suelo es abrasador

Todos los domingos al mediodía

Delgado en extremo

Con pálidos ojos apagados

Entre aquellos cabellos tan largos

De gris amarillento

Que caen lacios, como sin vida,

Agarrados a la cara

Todos los domingos al mediodía

Olvidado mira atentamente

El cuaderno sucio y viejo

Que sostiene abierto

En la mano izquierda del pasado.

Todos los domingos al mediodía

Se pierde sentado

El cuerpo encorvado

Hacia adelante en extraño ángulo forzado

Calza unas botas grandes y fuertes

Con tacones que hunde profundamente

En un presente lánguido

Y viste aquel abrigo largo y raído

Con color semejante al verde

Que la vida se retuvo

Y el tiempo con él

Todos los domingos al mediodía

Parado en la hierba

Con la mirada fija espera

Y con el pensamiento plagado

De extraños presentimientos

Levanta la cabeza

Mira, cierra el cuaderno

Del interior de su abrigo

Muy lentamente el alma se sincera:

¡-Dios mío! ¡Cómo llora la pena!

Gira leve el cuerpo

Una mirada rápida en derredor

Semeja por un momento

Una fugaz y fría sonrisa de dolor

Y de repente

Todos los domingos al mediodía

Con una pasmosa velocidad

Agarra aquella pequeña y blanca manita

El grito que sale de la garganta

No lo oye nadie

Y la salvaje carcajada de trueno

Que emerge de la boca de aquel animal

Tampoco

Todos los domingos al mediodía

El respirar se detiene

Y el pequeño cuerpo alzado

Desaparece

El tiempo se acurruca

Temblando como una hoja

Con unas ganas inmensas de llorar

Con los ojos clavados en el vacío

Con la mirada perdida

En la inexistencia de algún lugar

Como sintiendo una infinita vergüenza

Que quema las entrañas

Que sube por el pecho

Que asciende por la garganta

Y que amenaza con explotar

Finalmente en la cara

Todos los domingos al mediodía

El hombre del saco pasa

Se detiene en un lugar

A la hora del calor

Y entre las hojas de su cuaderno

Aguarda

No lo espero en la noche

Ni en las sombras largas

Él siempre trabaja

Todos los domingos al mediodía

Sin falta

José Luis Bello Rodríguez

[email protected]

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